No tengo la fecha exacta, pero llevo un par de semanas ingresando al Zoom de José Miguel, quien amablemente después de cada programa, inicia una sesión de Zoom donde nos conectamos a trabajar con Pomodoros (25 minutos de trabajo y 5 minutos de descanso) Aquí la cosa no es fiesta, no es desorden.
Todos en silencio, con sus cámaras prendidas, concentrados y trabajando en sus pendientes.
Al principio me motivó la copucha de “ir a ver que hacían” y me las di de ejecutiva ocupada, tenía varias tareas que venía haciéndole el quite hace rato, así que ingresé a la sesión, y ahí estaban todos con sus caras de concentrados y enfocados… no me quedó otra que ponerme en onda y trabajar.
La magia ocurrió a los pocos minutos, y me contagié de un ambiente productivo, me sentí eficiente, una cosa muy extraña…y volé con mis pendientes! Lo que pensaba que iba a tardar 3 horas, lo hice en 2.
Hoy no podré ir a la oficina, y ¿saben qué?… Extrañé a mis compañeros, yo que soy la “Señora emoción” ya les tomé cariño, me siento acompañada en mi teletrabajo que ya no es solitario, y estoy conociendo a bellas personas, todos unos capos en lo que hacen.
Necesitaba escribir y compartirles esto, sobre otra loca idea de José Miguel, que obviamente terminó siendo una genialidad. A veces me rio sola y me imagino que José Miguel podría ser como Don Pío o El Señor Mandiola y yo… la Lechuza con moño.
Pero no, para mi es el Jefazo Manson que abre con generosidad su oficina para que logremos ser siempre nuestra mejor versión.