Sígueme

Columnas, ideas y herramientas para trabajar

Suscríbete para recibir contenido exclusivo sobre productividad, foco y trabajo bien hecho. Incluye columnas de nuestros auditores y herramientas prácticas para avanzar.
RADIO

El poder de una libreta

No necesitas una app, un equipo ni una estructura perfecta: solo necesitas una libreta.

Lo más parecido a un sistema nervioso

Si tuviera que elegir entre perder el correo electrónico o perder mi libreta, me quedo sin dudar con el primero. El correo puede esperar. Mi libreta no. Porque ahí está todo. Y cuando digo todo, no exagero: está lo que me importa, lo que estoy intentando entender, lo que no sé cómo nombrar. Lo que me frustra. Lo que me ilusiona. Lo que me da miedo.

No importa si es una Moleskine o una libreta regalada por una marca de paltas. Lo que importa es que funcione como ese sistema nervioso que no se ve, pero que conecta. Una neurona para cada idea. Un garabato que después se transforma en propuesta. Un margen donde aparece, sin pedir permiso, la respuesta a algo que no sabías que estabas buscando.

No hay reglas. Solo práctica.

Escucha la hora cada 10 minutos

Por qué una libreta es mejor que cualquier software

Porque no tiene interfaz. No hay menú. No hay scroll. Solo tú, tu letra y una hoja en blanco. Y eso, en un mundo lleno de distracciones, vale oro. Cuando abres una libreta no te aparece una notificación. Nadie te pide que actualices nada. Y, sin embargo, todo se actualiza. Porque escribes, y al escribir, limpias. Aterrizas.

Piensa en los softwares de gestión de proyectos. Los caros, los con dashboards multicolores y mil opciones de etiquetas. ¿De verdad alguien ha terminado algo gracias a eso? Lo dudo. O si lo hizo, fue porque antes lo pensó en otra parte. En una servilleta. En una libreta. En la ducha. Donde no había estructura.

Una buena libreta no es un sistema. Es el espacio donde inventas el tuyo.

El caos es parte del proceso

Las mejores libretas están llenas de errores. Tachaduras. Flechas que no se sabe a dónde van. Marcas sin sentido. Esas son señales de vida. Señales de que estás pensando de verdad. Porque pensar no es lineal. Y planear, mucho menos.

La obsesión por el orden puede matar ideas antes de que tengan forma. Si sientes que tienes que escribir todo bonito y coherente desde el principio, vas a escribir poco. O nada. La hoja en blanco no pide belleza. Pide presencia.

Dibuja. Escribe en vertical. Haz listas que no vas a cumplir. Pero escríbelas. Porque cada vez que escribes algo, dejas de cargarlo mentalmente. Y eso libera espacio. Espacio para actuar.

El hábito lo cambia todo

Una libreta no funciona si no la usas. Esto es como el gimnasio: tener la membresía no sirve de nada si no vas. Pero si vas todos los días, aunque sea cinco minutos, algo cambia. Lo mismo con escribir.

Escribe cada mañana lo primero que te venga a la cabeza. O cada noche. O antes de cada reunión. O cuando sientas ansiedad. No importa el momento. Lo que importa es crear el vínculo.

Y si alguna vez no sabes qué escribir, parte con lo obvio: “No sé qué escribir hoy.” A veces eso abre la compuerta.

No planifiques, ensaya

Hay una diferencia enorme entre planificar desde el deber y hacerlo desde la curiosidad. No escribas tus metas como si fueran sentencias. Escríbelas como posibilidades. Como pruebas.

¿Y si hago esto primero?
¿Y si esta parte la elimino?
¿Y si le pregunto a alguien?

El papel es laboratorio. Ensaya. Borra. Vuelve. No estás en juicio. Estás creando.

Cómo usar tu libreta como herramienta estratégica

Te comparto mi método personal, no como receta, sino como invitación a explorar:

  1. Página libre diaria: cada día empiezo con una página sin estructura. Ahí dejo que salga lo que quiera.
  2. Mapa de la semana: el domingo dibujo una página que tiene siete bloques. No me obsesiono con llenarlos. Solo dejo que la semana se pre-visualice.
  3. Listas vivas: las tareas no están en orden ni tienen check. Están ahí como señales. Como recordatorios de lo que importa.
  4. Ideas sueltas: si tengo una idea, la escribo sin juzgar. Aunque suene estúpida. Aunque no tenga relación con nada. Muchas veces es ahí donde aparece algo valioso.

Lo informal no es amateur

Nos han hecho creer que lo formal es lo serio. Pero basta mirar cómo trabajan las personas más creativas del mundo para entender que eso no es verdad. Lo serio es lo que genera resultados. Y muchas veces, esos resultados nacen de lo que parece improvisado.

Un dibujo en servilleta. Una frase que anotaste mientras esperabas el ascensor. Una libreta que no tiene índice, pero tiene alma. Eso es lo que importa.

La tecnología no reemplaza la intimidad

Hay aplicaciones que intentan imitar el papel. Algunas lo hacen bien. Notability, GoodNotes, o incluso Obsidian para los más nerds. Y está bien. Si eso te ayuda, úsalo. Pero no olvides esto: lo que importa no es el medio, es la intención.

Puedes escribir en una tablet o en una hoja suelta. Lo importante es que te sientas en confianza. Que no estés “produciendo contenido”. Que estés pensando en voz alta. En privado. Para ti.

Desde la cabeza al cuerpo

Escribir no solo ordena ideas. También baja la ansiedad. Porque el cuerpo siente que hiciste algo. Y eso, en tiempos donde todo parece pendiente, es un alivio.

No estás solo. No estás desorganizado. Estás empezando a procesar.

Y procesar es el primer paso para hacer.

¿Y si vuelves a empezar con una libreta nueva?

Hazlo. Elige una libreta sin pretensiones. No tiene que ser la perfecta. De hecho, es mejor si no lo es. Que te permita equivocarte. Que puedas doblarla, rayarla, mancharla.

Y luego… empieza.

Ponle fecha. Escribe cómo amaneciste. Qué estás evitando. Qué no quieres olvidar.

Después de un tiempo, mirarás hacia atrás y verás algo hermoso: un registro de ti mismo, sin filtros. Un sistema nervioso, hecho a mano.

Palabras finales: tu caos merece un contenedor

No esperes a tener todo bajo control para empezar. Empieza para tener un mínimo control. Una hoja escrita puede ser la diferencia entre la parálisis y el movimiento.

Una libreta puede parecer precaria. Pero en realidad, es uno de los lujos más grandes que existen.

Porque te devuelve a ti.

Y no hay productividad más poderosa que esa.

Picture of Papá Manson

Papá Manson

Hace ya casi una década que nuestro chanquete de Grey Gardens salió arrancando y se fue a vivir a la playa. Ha sido un sufrimiento volver a ser inmensamente feliz.
1 comentarios
  1. Cuando uno revisa los registros que ha dejado en cuadernos o apuntes añosos, es como conversar con el tu del pasado. Siempre eso es espectacular.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Columnas, ideas y herramientas para trabajar

Suscríbete para recibir contenido exclusivo sobre productividad, foco y trabajo bien hecho. Incluye columnas de nuestros auditores y herramientas prácticas para avanzar.
Escucha la hora casa 10 minutos